jueves, 14 de octubre de 2010

Nunca sientas lastima de ti mismo!

¿Cuántas veces en tu vida has llorado, pensando en las cosas negativas que te ocurren y te han ocurrido? ¿Cuántas veces has pasado noches en vela, pensando en un futuro sombrío, imaginando lo que será cuando no tengas esto o aquello, o cuando no estés con la persona que amas, o cuando tus circunstancias hayan cambiado? ¿Cuántas veces te has rebelado contra todo y contra todos, sintiéndote víctima y haciendo cosas de las que luego te has arrepentido? La lástima por uno mismo es una de las emociones más comunes en los seres humanos. Sin embargo, es también una de las más destructivas. Cuando sientes lástima por tí mismo le das poder a la derrota. Te encierras en un mundo en el que todo es negativo. Comienzas a buscar a los culpables de tu situación. Eso hace que, a su vez, como consecuencia de la frustración que sientes, generes rabia, odio, resentimiento y otras emociones discordantes, dirigidas hacia tí mismo y hacia otros. De tí comienzan a salir cargas de energía negativa, que enrarecen todo tu ambiente y ensucian tu alma. Desde el punto de vista biológico generas una gran cantidad de toxinas que se quedan recorriendo tu cuerpo, debilitándote y enfermándote. La auto conmiseración, por otra parte, también puede hacerte sentir envidia. De tu corazón pueden salir frases como “…porque él/ella tiene esto o aquello y en cambio yo no…” Lo cierto es que cada vez que te comparas con otra persona encuentras que siempre hay alguien que te supera y siempre tú superas a otros en uno o varios aspectos en la vida. Esa actitud te impide progresar y no te deja apreciar lo bueno que sí tienes y que sí estás recibiendo. La lástima por tí mismo te lleva al temor, inseguridad, a la inacción, a la agresividad o a la desesperanza. Los demás se dan cuenta cuando vives con lástima por tí mismo y te irrespetan. No es culpa de los otros, sino de tu propia actitud mental. Es una emoción inútil que te hace perder momentos preciosos de tu vida ahora y con esa carga tan pesada a cuestas no vas a poder morir en paz.

¿Qué hacer, entonces? La vida nos enseña con ejemplos. Hay personas que sucumbieron ante sus propios pensamientos de fracaso y auto conmiseración y hay otros quienes, a pesar de cualquier desventaja, son testimonios vivientes de lo que tú y yo podemos hacer. A veces las lecciones más grandes de la vida vienen de donde menos nos lo imaginamos. (Extracto del libro Como prepararte para tu propia muerte, de venta en www.amazon.com )

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